Juan el Bautista

“De cierto les digo que no se ha levantado entre los nacidos de mujer ningún otro mayor que Juan el Bautista.”  (Mateo 11:11a, Jesús hablando)

Cuando le preguntamos a cualquier cristiano sobre su personaje bíblico preferido (o de mayor admiración), probablemente responderá que es Noé, Moisés, Juan, Pedro, Pablo, etc., pero curiosamente nunca escuchamos a nadie decir que es Juan el Bautista.  Sin embargo, Jesús mismo dijo que NUNCA había existido un hombre como él en la Tierra, pero no nos da una explicación concisa del porqué, ¡y en realidad el resto de la Biblia tampoco nos cuenta mucho de este personaje!  La imagen que tenemos es que era un tipo bien particular, un ermitaño que vivía en el desierto, que comía grillos y que se vestía con pieles de animales, pero entonces ¿qué más dice la Biblia al respecto que nos ayude a entender las palabras de Nuestro Señor?

La realidad es que Juan estaba LEJOS de ser un “bicho raro”, probablemente desde niño fue impecablemente educado y preparado para ser sacerdote del Templo (ya veremos porqué), eso explicaría también porque era visitado por todo tipo de personas, desde líderes religiosos hasta probablemente el mismo Rey Herodes (puesto que difícilmente Juan haya ido al Palacio Real para reprocharle de su relación con Herodías, la esposa de su hermano).  Sin embargo, a pesar de su preparación para el sacerdocio, Dios tenía todavía algo MEJOR para Juan, una misión especial: ni más ni menos, su ministerio sería preparar el camino para el Mesías, ¡profetizado desde el Antiguo Testamento!  Los preparativos para semejante tarea en realidad comenzaron ANTES de su nacimiento, ya que Dios también utilizó a sus padres (Zacarías e Isabel) para llevar a cabo el plan.  Ahondemos un poco más para entender mejor el tema.

ZACARÍAS (SU PADRE)

Aunque nunca aparece en los portales de Navidad ni en las postalitas, Zacarías es una figura extremadamente importante en la historia del nacimiento de Cristo.  De hecho, es tan importante que cuando Lucas escribe el relato de la vida de Cristo en la tierra, comienza con Zacarías y dedica casi todo el primer capítulo de su evangelio a este personaje (Lucas 1:5-80).  Veamos algunos detalles importantes que normalmente pasan desapercibidos:

1. Zacarías era de la tribu de Leví:

Recordemos que hasta la destrucción del Templo de Jerusalén (año 70 d.C.) , los hebreos conocían y podían reconstruir todo su árbol genealógico para probar su ascendencia a uno de los doce hijos de Jacob (cosa que los judíos de la actualidad no pueden hacerlo, pero eso es tema para otro día).  Por lo tanto, es claro que Zacarías es de la tribu de Leví (la misma tribu de las que provienen Moisés, Aarón, Esdras y Asaf), y esto lo sabemos porque únicamente los levitas podían ser sacerdotes en el templo, según las indicaciones de Dios a Moisés.

2. Zacarías era sacerdote: 

Un sacerdote es alguien cuyas responsabilidades incluían ofrecer sacrificios, cuidar el templo del Señor y bendecir el nombre del Señor (1 Crónicas 23:13).  Uno de sus deberes era asegurarse de que el incienso ardiese delante del Señor en todo momento, tal y como vemos a Zacarías haciendo en el evangelio de Lucas (Lucas 1:9).  Los sacerdotes eran descendientes de Aarón, el primer sumo sacerdote de Israel (y hermano de Moisés), y TODOS los sacerdotes debían ser levitas.

3. Zacarías siguió la Ley de Moisés:

Lucas nos dice que tanto Zacarías como su esposa Isabel eran “irreprensibles” en lo que respecta a la Ley: observaron todos los decretos y mandamientos del Señor (Lucas 1:6).  Ahora bien, esto no significa que no tuvieran pecado; veremos que Zacarías no era perfecto, pues NINGÚN ser humano puede ser perfecto (ver entrada https://ofertaportiempolimitadoorg.wordpress.com/2022/11/23/santos-perfectos/).  Lo que esta expresión significa es que siguieron los mandamientos minuciosamente: especialmente los mandamientos que implicaban limpiarse del pecado (hacer sacrificios).

“Ambos eran justos delante de Dios, y vivían irreprensiblemente en todos los mandamientos y las ordenanzas del Señor.” (Lucas 1:6)

4. Zacarías fue (cronológicamente) la primera persona en el Nuevo Testamento que hablaba con un ángel:

La mayoría de nuestras historias sobre el nacimiento de Jesús comienzan con un ángel hablándole a María o a José, ¿verdad?  Bueno, cuando Lucas comienza su historia de Jesús, comienza con un ángel hablando con Zacarías, pariente de Jesús.  Zacarías está ministrando en el templo cuando aparece un ángel y le dice a Zacarías que su esposa dará a luz un hijo: uno que irá delante del Señor (Jesús).  Esta conversación habría tenido lugar probablemente unos seis meses ANTES de la visita de los ángeles a María o José anunciando el nacimiento venidero de Cristo.

“Entonces el ángel del Señor se le apareció, puesto de pie a la derecha del altar del incienso.  Zacarías se turbó cuando lo vio, y el temor se apoderó de él.  Pero el ángel le dijo: ¡No temas, Zacarías!  Porque tu oración ha sido atendida.  Tu esposa Elisabet te dará a luz un hijo y llamarás su nombre Juan.”  (Lucas 1:11-13)

5. Zacarías era viejo y (al principio) no tenía hijos:

Lucas llena su primer capítulo con referencias y alusiones a lo milagroso de figuras importantes de la historia de Israel.  Zacarías e Isabel son ancianos y no tenían hijos (similar al caso de Abraham y Sara antes del nacimiento de Isaac).  No tener hijos significaba que el linaje familiar terminaba, los personajes del Antiguo Testamento (como Job y Jacob) fueron bendecidos con muchos hijos, pero no tener hijos era algo vergonzoso.  Al quedar milagrosamente embarazada Isabel, es probable que muchos hayan pensado en la similitud del caso del patriarca y su esposa, de hecho se utiliza una fraseología similar tanto para anunciar el embarazo de Sara como el de Isabel:

“¿Acaso existe para el SEÑOR alguna cosa difícil?  Al tiempo señalado volveré a ti, de aquí a un año, y Sara habrá tenido un hijo.” (Génesis 18:14)

“He aquí, también tu parienta Elisabet ha concebido un hijo en su vejez.  Este es el sexto mes para ella que era llamada estéril.  Porque ninguna cosa será imposible para Dios.” (Lucas 1:36-37)

6. Zacarías oró por un hijo:

Lucas no registra la oración de Zacarías, pero el ángel que lo visita sí menciona que había orado para tener un hijo (Lucas 1:13).

7. Zacarías no creyó (al principio) en el mensaje del ángel:

Cuando Dios le dijo a Abraham que su esposa Sara daría a luz un hijo, Sara se rió de la idea (Genesis 18:11-15).  De manera similar, cuando el ángel le dice a Zacarías que su esposa dará a luz un hijo en su vejez, Zacarías no lo cree, le pregunta cómo puede estar seguro de que una promesa tan extravagante se cumplirá.  El ángel responde: “Yo soy Gabriel” (un nombre que Zacarías pudo haber reconocido del libro de Daniel), y luego le dice a Zacarías que permanecerá mudo hasta que se cumpla el mensaje.

“Y Zacarías dijo al ángel: ¿Cómo podré estar seguro de esto?  Pues yo soy viejo y mi esposa es de edad avanzada.  Respondió el ángel y le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas.  He aquí, quedarás mudo e incapaz de hablar hasta el día en que se realice esto, por cuanto no has creído a mis palabras las cuales se cumplirán a su debido tiempo.”  (Lucas 1:18-20)

ISABEL (SU MADRE)

Aunque normalmente las mujeres juegan un papel secundario en el Plan de Dios, Él se encargó de destacar a algunas por encima del resto, entre ellas Sara, Rebeca, Raquel, Ester, María, etc., y entre estas se encuentra también Isabel, la madre de Juan el Bautista.  A pesar que sólo aparece en el primer capítulo de Lucas, su participación es de suma importancia, más de lo que parece a simple vista.

“En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías. Su esposa era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.” (Lucas 1:5)

1. La ascendencia de Isabel

Si leemos rápidamente este pasaje no nos damos cuenta de lo que se está revelando, que es FUNDAMENTAL.  Como ya vimos más arriba, Zacarías (el padre de Juan) era un sacerdote de Dios, y para servir como sacerdote en el templo había que ser de la tribu de Leví y, más específicamente, de la familia levítica de Aarón.  Sin embargo, el pasaje nos revela claramente que Isabel TAMBIÉN era de la casa de Aarón, o sea que aquí hay un matrimonio con un linaje profundo: AMBOS eran de la familia sacerdotal de Aarón.  Claramente Dios escogió a Zacarías e Isabel para la tarea especial de criar y enseñar al niño milagroso que Él proporcionó.

2. La participación de Isabel en la crianza de Juan

Las madres de los líderes de la Biblia a menudo se destacan por su influencia en la crianza y enseñanza de sus hijos.  Un ejemplo de esto se registra en Proverbios 31:1: “Las palabras del rey Lemuel, la palabra que le enseñó su madre”.  Más tarde leemos acerca de la fe del evangelista Timoteo, que habitó primero en su abuela Loida y en su madre Eunice (2 Timoteo 1:5).  Entonces, Dios no solo tuvo misericordia de Isabel al concederle un hijo, sino que también sabía que tanto Isabel como Zacarías le enseñarían a Juan el camino correcto.  La educación piadosa que experimentó Juan sin duda le ayudó a cumplir su ministerio profetizado de volver “el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia sus padres” (Malaquías 4:5-6).

Cuando Dios eligió a Isabel para dar a luz a Juan el Bautista, su vida cambió.  Ella era anciana y nunca había tenido hijos, pero su reputación de mujer estéril cambió de un momento a otro cuando tuvo un nacimiento milagroso en avanzada edad.  Isabel expresó su agradecimiento por la bendición de Dios: 

“Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres.”  (Lucas 1:25)

Juan el Bautista crecería hasta convertirse en un fiel mensajero del Señor, ¡pero dicho llamado especial también implicaba grandes desafíos en la crianza por parte de sus padres!  Zacarías e Isabel le enseñaron las Sagradas Escrituras, incluidas las profecías que le concernían a él y a su propósito.

3. Isabel como instrumento del Espíritu Santo

Dios registró algunas de las acciones y palabras de Isabel para nosotros en la Biblia, ella se convirtió en un apoyo y aliento especial para María, la madre de Jesús.  En el sexto mes de embarazo de Isabel, María fue a visitarla embarazada milagrosamente del Señor Jesucristo, e Isabel (inspirada por el Espíritu Santo) exclamó a María: 

“En esos días se levantó María y fue de prisa a una ciudad en la región montañosa de Judá.  Entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet.  Aconteció que, cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre.  Y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!  ¿De dónde se me concede esto, que la madre de mi Señor venga a mí?  Porque he aquí, cuando llegó a mis oídos la voz de tu saludo, la criatura saltó de alegría en mi vientre.  Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le ha sido dicho de parte del Señor.”  (Lucas 1:42-44)

El breve e inspirado discurso de Isabel se ha convertido en un mensaje permanente de verdad para que todos lo lean, y está registrado en la Biblia, la Palabra inspirada de Dios.  En este breve instante, la propia Isabel se convirtió en mensajera del Señor de los ejércitos: “Isabel fue llena del Espíritu Santo”.  Isabel habló la verdad inspirada, estos pensamientos inspirados edifican y elevan a quienes los escuchan.  La propia Isabel había creído; sabía en fe que Dios cumpliría las cosas que le habían dicho, ¡pero lo más increíble del pasaje es que se refirió a Jesús (que estaba en el vientre de María en ese momento) como «MI SEÑOR«!  En una sociedad dominada por los hombres, algunos sin duda encontraron sorprendente que Lucas documentara a Isabel como la primera en pronunciar esta profunda verdad.

En conclusión, Juan el Bautista fue llamado por Dios para hacer algo extraordinario, a pesar de haber nacido de un linaje familiar de sacerdotes y de tener acceso al codiciado ministerio en el Templo.  Sin embargo, ¡Juan lo rechazó porque entendió que Dios le tenía algo infinitamente mejor para él!  Pregunto yo: ¿no es lo mismo cuando Cristo nos llama a cualquiera de nosotros y nos invita a ser parte de Su “Cuerpo”, dejando todo lo demás de lado?  Y si no me creen, veamos el pasaje inicial completo que adrede dejé inconcluso:

“De cierto les digo que no se ha levantado entre los nacidos de mujer ningún otro mayor que Juan el Bautista.  Sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.”  (Mateo 11:11)

(Basado en parte en https://www.neverthirsty.org/bible-studies/preparation-for-ministry-a-d-29/johns-testimony/ , https://overviewbible.com/zechariah-priest-facts/ y https://lifehopeandtruth.com/change/faith/women-of-faith/elizabeth/)